LOS POBRES Y EL ODIO.
LOS
POBRES Y EL ODIO.
Indigente, menesteroso, pordiosero, mendigo, mísero,
miserable, infortunado, necesitado, infeliz, desamparado, humilde, bajo,
carente, falto, escaso, corto, exiguo, modesto, ruin, pelagatos, ordinario, indeseable,
populachero, inmundo, destartalado, igualado, trepo, sucio, maloliente,
ignorante, bruto, corroncho, desechable, arribista, oportunista, indio, negro, etc.
son palabras para referirse a las gentes pobres.
Incluso de sí mismo dicen: “Soy pobre pero honrado”,
como si su condición implicara ser pícaro o ladrón.
Economistas clásicos como David Ricardo decían de la
pobreza, definida como un nivel de consumo
básico para asegurar la subsistencia, que era el destino natural de las
clases trabajadoras industriales
La idea de Marx acerca de la necesidad de una reserva
permanente de trabajo barato y flexible cuya función sería tanto presionar los
salarios a la baja como estar disponible en los momentos álgidos del ciclo
económico, se aplica a los trabajadores en el “Tercer Mundo” así como a los
inmigrantes provenientes de países pobres quienes forman la columna vertebral
de este “ejército de reserva” estratégico que le ofrece al capitalismo global
un bienvenido suplemento de trabajo barato, utilizable a voluntad y bajo
condiciones infrahumanas.
Hay, en Colombia,
un odio de las oligarquías hacia los humildes, los pobres, los sin
suerte, los desplazados, los hambrientos que produce repulsión. Esa gentuza de
la cúpula de la pirámide social creen provenir de príncipes y ángeles, cuando,
como diría Diógenes a Alejandro Magno: "los huesos de tu padre en estas
tumbas no se diferencian de los huesos de los esclavos".
Según las estadísticas del Banco Mundial publicadas
en abril de 2011 acerca del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del
Milenio (ODM):
·
De 1981 a 2005 el porcentaje de
personas viviendo en la pobreza extrema (menos de $1,25 al día) bajó del 52 al
26% de la población mundial. La proyección para 2015 es del 14,4% de la
población mundial.
·
De 1981 a 2005 el número de
personas viviendo en la pobreza extrema (menos de $1,25 al día) bajó del 1.900
a 1.400 millones. La proyección para 2015 es de 883 millones.
·
De 1981 a 2005 el porcentaje de
personas viviendo en la pobreza (menos de $2 al día) bajó del 70 al 48% de la
población mundial. La proyección para 2015 es del 33% de la población mundial.
·
De 1981 a 2005 el número de
personas en la pobreza (menos de $2 al día) aumentó de 2.500 a 2.600 millones.
La proyección para 2015 es de 2.036 millones.
Desde Platón, entre monarcas hindúes del siglo III A. C. como Asoka, pasando por los primeros cristianos, las
Cortes españolas del siglo XII, la Carta Magna inglesa, la “Utopía” de Thomas
Moro, los comuneros de indoamérica del siglo XVIII, las constituciones
estadounidense y francesa que perseguían la felicidad, la igualdad, la fraternidad,
los levantamientos populares del siglo XIX, los teóricos socialistas utópicos o
no, hasta la Revolución de Octubre en adelante, los hombres de distintas
latitudes y culturas han perseguido el triunfo del ser humano en condiciones de
respeto, equilibrio y desaparición de las desigualdades extremas.
Esta
“quimera” no la hemos logrado los
latinoamericanos pero hay muestras, en otras latitudes, de conseguirla: tal
acontece con las sociedades del Mar Báltico y cercanías –Noruega, Finlandia,
Suecia, Dinamarca, Holanda, Suiza, Austria, Islandia-, o Australia, Nueva Zelandia, Canadá, naciones
todas con niveles de pobreza mínimos, desigualdades menores y poblaciones
dignas y florecientes.
El fracaso estruendoso de las “izquierdas” criollas que
llegan a los gobiernos locales en plan de corsarios, como si hubiesen arribado
los piratas a robarse el tesoro. Esta especie de venganza estúpida de los
manzanillos populistas contra los gobernantes de antaño quienes al haber asaltado el erario público, deberán ser
castigados con el robo del mismo erario. “Si tu robaste yo atraco” pareciese
ser la premisa de los nuevos burócratas populistas.
La ineficiencia administrativa “izquierdista” genera
también fraude, desgreño, desilusión, y resta toda credibilidad a los modernos
defensores de la “utopía” popular.
Estos chascos no inhabilitan la “quimera”, el
“sueño”, la “ilusión”: podremos construir una nación feliz, fraterna, de
igualdad, respetuosa de la opinión ajena, próspera, si nos lo proponemos con
tozudez y sin desmayar, y obvio, sin las torpezas locuaces de los ídolos y
líderes de barro –derechistas horrorosos, populistas desgraciados - que nos han
mal-gobernado.
NOV. 2014 MJL
Comentarios
Publicar un comentario