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Mostrando las entradas de julio 28, 2019

LA NÓRDICA

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MI HIJA NÓRDICA. Ella es mi amor. Es algo irrepetible. Algo que no entiendo bien pues me derrite. Me produce una sensación que no me explico, aunque sé que es la de la paternidad la que me genera tal grado de amor. Hay, entre ella y yo, un respeto tan dulce, un querernos sin exclusiones, un buscar no hacernos mal de ninguna forma, un sentido de protección que es mutuo pues ella tiembla ante mi posible ausencia y yo me conmuevo ante sus silencios y la distancia física que nos separa. Su dolor es mi dolor, y sus felicidades son las mías; su llanto y su soledad son tan respetables, tan comprensibles que los entiendo como si fueran los míos. Perder a la madre y al hermano, a su único hermano, a mi único hijo, en menos de un año es de una dureza inconmensurable y una ininteligencia absoluta, y más cuando se sabe que eso es un parasiempre, es un hueco oscuro y tenebroso del que no hay ni explicación ni retorno. Esa pérdida profunda y terrible produce un desgarro que sólo entienden los