Lloro por tí, Australia
LLORO POR TI, AUSTRALIA . Las llamaradas casi que llegan hasta aquí, tan monstruosas y terribles se ven. Australia se cocina, los animales mueren achicharrados, los árboles se inflaman como si tuviesen petróleo en sus entrañas, el humo abruma al sol y los humanos desesperados huyen, se atropellan, se espantan, pierden vidas y hogares, propiedades y rebaños, la tragedia es planetaria, inmensa, horrorosa. Aquí, en América Latina, al otro lado de la manzana, sentimos el hollín del desastre pero estamos impotentes. Nos separan continentes y océanos, distancias enormes, incluso lenguas distintas. ¿Qué podremos hacer por ti, Australia? Como ocurre con los alumbramientos, luego de la preñez nace el niño, nos surgió una idea. Vamos a ayudar a Australia auxiliando al Planeta, pero sobre todo, auxiliándonos a nosotros mismos. Vamos a sembrar árboles, a gritar a los cuatro vientos que los árboles son nuestros nuevos y esenciales amigos, nuestra esperanza, pero sobre todo la esperanza