ARMANDUCHAS
ARMANDUCHAS, MI QUERIDO HERMANO… Octubre del 2019. Al fin aquí tenemos una tarde como de octubre: lluviosa, fría, pegajosa. Se necesitaba para que los acuíferos rellenen sus bolsas, las quebradas mantengan sus peces, sus renacuajos, los ríos corran hacia la mar. Veníamos de un intenso, muy intenso verano en estas tierras cundinamarquesas… Le tengo que escribir algo del alma pues usted es mi hermano del alma, lo más cercano que tengo a mi papá pues usted me lo recuerda siempre con sus gestos, sus risas, sus generosidades, sus entregas a los demás, sus cusumberías, esto es, su deseo de no estar con nadie salvo con usted mismo por eso de la timidez que se le transformó con el paso de los años en una catarata de palabras, ideas y bromas, un aparecer ante los demás con sus famosas ‘encuestas’ sobre lo divino y humano. Pues sí, hermano mío, sé que usted está gravemente enfermo y no puedo dejar pasar el tiempo sin decirle cuánto lo quiero, cuanta falta me hacen sus bromas, sus exa