UN VIAJE A LA ISLA DEL FIN DEL MUNDO
Días de días sin escribir, escudado en la operación de mi esposa y sus decenas de terapias con los consiguientes viajes y estadías en Bogotá, meses en los que pude repasar lo escrito y tratar de organizar los temas en: NOVELA, ENSAYOS, CUENTOS Y RELATOS , DIARIO o SEMANARIO y SOLUCIONES. Días de días quejándome ―viejito cascarrabias―, como un grinch por no poder estar solo, sentado frente a este aparato escribiendo―pensando―especulando, diciendo huevonadas, creyendo que algo valgo, ilusionándome con mis creaciones… pero al fin y al cabo eso es lo que quiero ―escribir― en las postrimerías de la vida al terminar el paso por este territorio antes de convertirme en gusano. Y para colocarle corona a la pereza, a la vagancia ―justa a nuestros años―, nos embarcamos para San Andrés y Providencia a finales de noviembre. Habíale yo argumentado a mi tío y a mi hermano, y a sus parejas respectivas, que si no emprendíamos pronto este viaje dada nuestra edad, podría alguien de nosotros falle