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Mostrando las entradas de enero 12, 2020

AQUÍ, SIN USTED DON ARMANDUCHAS…

AQUÍ, SIN USTED DON ARMANDUCHAS… Su tumba, un huequito en la tierra bajo una mata siempre florida, En la que sus dos hijas depositaron las que se dicen sus cenizas (Pues qué revueltas deben ser las cenizas de los crematorios, Tan revueltas como nuestros genes, por fortuna), En la que las dos nietas de mi mamá colocaron también cenizas de ella, Pusieron dos pares de zapatos para que nadie más usara sus chanclas, Armanduchas. Aquí en su obra de arte… La que usted tejió durante treinta años al lado de Nancy, Bajo el techo blanco de su casa que parece una vivienda de alguna isla griega, En esta obra de arte cosida puntada tras puntada, Con sangre del bolsillo, Con escaso dinero, Con angustia. Aquí al lado de sus cucarachas de goma ―oigo sus risotadas al tirar los animalejos a Claudia―, sus muñequitos sorprendentes, sus dinosaurios plásticos de múltiples formas, su rana azul de ojos brotados y jeta enorme, su matrioska con Chávez como figura, las fotos de