SOBRE EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL COLOMBIANO.


Me siento absolutamente solidario con el estudiantado del siglo XXI pues transcurridos cincuenta años de los levantamientos juveniles de 1968 que muchos respaldamos y que transformaron el mundo moderno (rechazábamos la guerra contra Vietnam, el colonialismo de los viejos imperios en África, Asia y América Latina, la opresión adulta contra los jóvenes; apoyábamos la liberación femenina, la píldora, el bikini, el rock, a Elvis y los Beatles; queríamos libertad, democracia, igualdad, progreso, ciencia en nuestras patrias tercermundistas, en fin éramos subversivos y revolucionarios), hoy los muchachos colombianos, como los chilenos, como los gringos, desean educación, ciencia, tecnología, profesionalismo, humanismo, avance tecnológico.
Protestan con sus marchas y pancartas, sus consignas y discursos, quieren que Colombia cambie y se dé a la Educación Pública Universitaria todo el apoyo posible. Algunos locos, anarquistas que siempre los hay, usan la violencia ciega y destruyen patrimonio público en medio de las manifestaciones pacíficas del estudiantado, los obreros, el profesorado y los indígenas; esos desequilibrados son la antítesis de lo que proponen cientos de miles de estudiantes: ¡Presupuesto Público para la Educación!
La ignorancia que es la antítesis de la sabiduría es la que nos postra en el atraso y el subdesarrollo; basta dar un ejemplo que pone de relieve nuestra triste condición, el de las Patentes de Invención: en el año 2017 se solicitaron 243.500 patentes; los EUA registraron 56.624, China 48.204 y Colombia 2.120 (menos del 1% mundial) de las cuales pedidas por extranjeros fueron el 75% 1.525―.
Si seguimos en el oscurantismo y la educación universitaria continúa siendo tratada como una cenicienta, nunca, óigase bien, nunca saldremos del atraso.
Por tanto apoyar un movimiento juvenil en favor de una Educación Pública poderosa es apoyar el futuro de Colombia.
MAURICIO JARAMILLO LONDOÑO     NOVIEMBRE DEL 2018

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