MÉXICO; EL CUENTO Y "LAS DOS SANGRES".
AMIGOS:
LES envío tres archivos así:
- Invitación a ir a México como coautor de el libro "TODOS SOMOS INMIGRANTES".
- Adjunto el CUENTO con el que gané la participación en dicho libro.
- Copio unas reflexiones sobre lo que yo llamo "LAS DOS SANGRES".
ESCRIBIR es revelar el alma, y estas revelaciones quiero compartirlas.
Abrazos.
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ESTIMADOS COAUTORES:
Esperamos que nos puedan acompañar.
Los esperamos,
Hermanas Arroyo.
Aquí les participo la invitación a Ciudad de México para recibir el libro del Grupo Editorial BENMA "TODOS SOMOS INMIGRANTES" en el que participo con un cuento de mi autoría.
Viernes 3 de Agosto 2018, a las 6 p.m.
José Morán 54 2°
En Colonia San Miguel Chapultepec
Ciudad de México, 11850
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VOY PASANDO el Río Táchira. Está atardeciendo y este
mueble que cargo a mis espaldas es lo único que resta de mis pocas
pertenencias. Mi esposa me rogó que me echase al hombro el armario pues es de
buena madera y tiene un espejo grande y bonito. Pesa mucho este maderamen, me
ha sacado gotas de sudor y mis piernas tiemblan a cada paso que doy pero estoy
obligado, por el amor a mi pareja, a entregarle el armatoste en este lado de la
frontera.
El rancho de
guadua y lata que nos cobijaba quedó en el suelo, destruido, arrasado. Llegaron
en la mañana vociferando a grito pelado: que desocupáramos, que nos daban una
hora para salir, que era una orden presidencial, que no importaba tener el
papel de la residencia dado por el anterior presidente, que no nos querían más
en estas tierras pues nuestra maldad, el contrabando, el desabastecimiento, las
bandas criminales estaban en nuestros ranchos, se escondían en nuestras paredes
de lata y plástico, se ocultaban en los fogones de leña de nuestras cocinas, se
disfrazaban en nuestros harapos.
Mi hijo, ya
mayor, se fue del hogar hace meses a buscar destino en una provincia de la
nación que nos recibió quince años ha. Mi mujer parió, luego de muchas lunas, a
esta hijita que adoramos y que tiene los mismos ojos de mi abuela. Reyita pasa
la frontera todas las mañanas con sus útiles bajo el brazo y se reúne con sus
amigos en la escuela de ‘La Exponsión’: cursa segundo de primaria. Van con ella
niñitos de las dos naciones: se aman, aprenden y juegan juntos. En la tarde
regresa acompañada de una parvada de compañeritos brincando y riendo. A Reyita
no nos la dejaron llevar, quedó sola en manos de quien sabe quién.
Vengo
emigrando, huyendo de la violencia: que los paras, que las milicias, que las
guerrillas, que los narcos ―triste historia de mi patria natal―, evadiendo la
muerte, rehuyendo el dolor, abandonando padres, hermanos, familia.
Vivíamos con
Irene de pueblo en pueblo, de caserío en caserío, trabajando en lo que cayese:
recogiendo papa, cosechando algodón, sembrando plátano, haciendo cercas,
cargando cemento, arriando ganado, pero siempre las llamas de la infamia contra
nosotros, los pobres, se nos acercaban. Y, entonces, a huir de nuevo.
Nos dijeron
que al otro lado hablaban nuestro idioma, hacían nuestros mismos rezos, que éramos
hijos de una misma patria y savia de origen igual. Decidimos, la Irene y yo,
llevando al hijo mayor, emprender la aventura, soñar con la paz, encontrar
tranquilidad.
El sueño se
volvió realidad: conseguí trabajo, mi mujer se empleó en oficios domésticos y
Felipe pudo estudiar. El país era próspero, nos enviaban bonos pagando el
estudio de Felipe, nos ofrecieron papeles legales para permanecer en el país,
incluso nos dieron el derecho al voto. El gas con el que cocinábamos a precio
de huevo, la gasolina tirada, los alimentos muy baratos, salud aceptable. ¡Todo
lo pagaba el gobierno!
Estábamos
felices Irene y yo, pensando que al fin nuestra ilusión dejaba de ser un
espejismo. La gente dice que soñar no cuesta nada, y es cierto: la esperanza de
salir adelante trabajando honradamente tomó fuerza y barrió nuestro pasado de
lágrimas. ¡Cuánta felicidad, cuánto agradecimiento al presidente!
Y, de
pronto, como una avalancha de desgracias, el país se empezó a hundir: caos,
problemas diarios para conseguir la comida, la riqueza nacional llevada al
carajo por obra y gracias dizque por las ‘guerras económicas’. Pervirtieron la
palabra dada: ya todo era opulencia para los del Estado y desgracia para el
pueblo. Un sin rumbo permanente.
Irene y yo,
ya sin el hijo mayor, con Reyita creciendo, conversábamos en las noches
recordando la angustia de nuestro pasado, viendo renacer los odios, las
malidicencias, la violencia urbana, la intranquilidad. Y algo muy extraño que
no conocíamos: animadversión hacia los extranjeros, hacia nosotros los
emigrantes. Sin embargo nos afincábamos en nuestra ya larga estadía en este
país esperando que la estrella de nuestro destino no entrase en la constelación
de la desgracia y quedásemos para siempre fatalmente condenados al fracaso.
¡Hasta que ocurrió! ¡Nos expulsaron como a lagartijas!
Mis sueños
al traste, mi ilusión muerta. Creer que no deben existir murallas que separen
las naciones; pensar que somos seres humanos y que como abejas podemos trabajar
todos para la misma colmena; vernos, a los humanos, como pacíficos rediles de
caribús que vivimos en las ilímites pasturas sin hallar enemigos ni lobos
feroces; imaginar que conducimos nuestra carreta vital en la misma dirección;
tener la laboriosidad de las hormigas y la precaución de las ardillas que
guardan su cosecha para tiempos difíciles; amarnos los unos a los otros
abandonando para siempre esa naturaleza de comadrejas que nos agobia.
Tenía un
sueño…
Y hoy
transito por las aguas pardas del Río Táchira como un emigrante más de esos que
hoy huyen por el Éufrates o el Danubio o se embarcan hacia la isla de Lampedusa
arrasados por la guerra y el hambre. Un proscrito que ve como se construye
entre compatriotas ―nos dijeron que éramos hijos de Bolívar, estirpe igual,
raza de hermanos― un muro de infamia como en Israel, en Texas, en Melilla, como
aquel Muro que fuera el de Berlín, el del Río Evros, el de Bulgaria, el que hay
entre India y Bangladesh, el de Botsuana, o el que llaman la “Serpiente de
Fuego” en Sudáfrica.
Un
expatriado con su mueble a cuestas, rompiendo mis dedos contra las piedras del
torrente, sudando gotas de sal, lágrimas de dolor; y como el alma mora en la
sangre, y sangra mi corazón, se me está evaporando el ánimo, siento que se me
va la vida, la desesperación ciega mis vistas…
Pero… debo
seguir luchando con este traste que alzo sobre mis espaldas para darle gusto a
mi compañera, por amor a ella, porque es mi esposa, la que me acompaña, la que
cuida de mí, la que me quiere. Ella también sabe que nuestro sueño se convirtió
en un teníamos…
Tenía un
sueño… ¡y se nos esfumó!
MAURICIO JARAMILLO LONDOÑO 2015
REFORMA O REVOLUCIÓN 2°:
“Las dos sangres”
En Alemania
en el siglo XIX se creó un movimiento llamado la Realpolitik que predicaba el
ajustarse en los actos políticos, de gobierno e internacionales al pragmatismo
o la realidad, a los hechos escuetos, a los acontecimientos existentes.
Hoy, en
Colombia y en otros lares, se ha impuesto para bien o para mal la superación de
la insurrección armada, la abolición de la REVOLUCIÓN ―con mayúsculas― siendo reemplazadas por el
reformismo electoral y el provocar el cambio social y modificar el SISTEMA
desde las mismas instituciones del RÉGIMEN.
No de otra
manera se explica la voltereta dada por las Farc, la que intenta el ELN, la que
conducen el petrismo, los verdes y el mismo Polo Democrático: ¡Cambiemos este
oprobioso estado de cosas por uno nuevo, pero desde las instituciones
parlamentarias y por medio de los votos!
La ‘Realpolitik’
de hoy implica renunciar ―infortunadamente― a la rebelión y pasar a la
legalidad constitucional, intentar superar lo que yo llamo ‘LAS DOS SANGRES’, el que:
«Estamos en el país de “LAS DOS SANGRES”: aquel en el
que todos culpan a Uribe de la barbarie, y este en el que responsabilizan a
Petro de la violencia. ¿Este es el país que quieren seguir viviendo esos dos
bandos de la nacionalidad? Si no salimos de este ‘atolladero’, de este ‘flujo
del horror’, estaremos condenados, como en el Infierno de Dante a perseguirnos
unos a otros y ser caníbales de nosotros mismos. Por ello pido a todos que
repudiemos por igual los crímenes contra los ‘líderes sociales’ y los
asesinatos de los tres agentes del CTI y los dos policías de Puerto Valdivia. O
de lo contrario diremos que se grita contra la muerte de unos y se ríe ante el
fallecimiento de otros. ¡Y eso es INHUMANO!»
Sí, superar
este ‘pantanal’ en el que acusaciones van, acusaciones vienen. Sí, sin
renunciar a lo que llaman ‘principios’ que en general no pasan de ser
afirmaciones categóricas, presupuestos inflexibles, dogmas en mármol. Hay,
entonces, que acomodar el actuar político de la llamada ‘oposición’ a la
realidad: ¡Estamos lejos de lograr los objetivos por el camino de la
insurrección violenta! (infortunadamente repito, porque en general las grandes
transformaciones sociales sólo se han cristalizado por la vía de la erupción
armada de los pueblos: así fue, para no ir muy lejos, la Independencia de los
países americanos; los levantamientos asiáticos y africanos del siglo pasado).
Pero pasó el
agua bajo los puentes y los péndulos de la historia se movieron de izquierda a
derecha, del Socialismo de Estado al Capitalismo frenético, de la Cuba
libertaria a la Cuba tiránica, de la Nicaragua Sandinista al horror bestial de
Ortega transformado en tirano y asesino… De la China de Mao al gato multicolor
de Deng Xiaoping, del Vietnam heroico al de la multilateralidad inversionista.
De la heroica guerrilla a la guerrilla de la heroína y la coca.
Esta, monda
y lironda, es la realidad.
Esta es la
Realpolitik de nuestro tiempo, la ‘frustración’ de los libertarios, los
revolucionarios, los guerrilleros, incluso el ‘desencanto’ de los anarquistas
que odian el Estado, la Autoridad, la Justicia. La realidad es que estamos
atrapados en el ‘Constitucionalismo’, en aceptar los dictámenes de las Cortes,
competir por unos cargos en el Parlamento, tratar de ‘tomarnos’ unas alcaldías
y gobernaciones con el sueño de dejar de soñar y transformar la realidad dentro
del marco y con las normas del SISTEMA.
¿Será una
alucinación? ¿O se podrá CAMBIAR EL MUNDO ―que fue nuestra ilusión―, desde una tribuna, entonando
consignas, haciendo discursos, destapando ollas podridas, denunciando,
movilizando a la población pacíficamente?
¿Renunciando
para siempre ―o mientras tanto―, a la VIOLENCIA revolucionaria, las
banderas de la Libertad, la Igualdad, la Fraternidad, la Felicidad podrán
enarbolarse triunfantes?
Un parto
cuya criatura social sea el nuevo mundo para proteger a los débiles, elevar a
los desposeídos al paraíso de las oportunidades, destruir para siempre la
inequidad, dignificar la cultura y la justicia, convertir los medios de
producción en instrumentos de desarrollo y no en silicios de esclavitud, subir
la pendiente del conocimiento y la tecnología, dar casa, salud, vestido,
alegría a los conciudadanos, ¿puede producirse tal alumbramiento a las buenas?
Estas son
mis dudas, mis preguntas, mis consideraciones. Pero como la vida transcurre a
pesar de las interrogaciones, hay que hacer una Realpolitik que no puede
consistir exclusivamente en declararse en oposición de una y porque sí, sino en
observar cuidadosamente los pasos que dan los gobernantes, sopesar sus
propuestas y, apoyar lo bueno y combatir lo malo. Oposición per se, todo es
malo porque proviene de la camarilla, gritar contra todas las medidas,
convierte a los partidos antagónicos en remedos de la inteligencia.
Bismarck, el
llamado Canciller de Hierro en la Alemania de postrimerías del siglo XIX, tenía
por costumbre reunirse con Ferdinand Lasalle (1825―1864) fundador y jefe del Partido Socialista
de esa nación. Bismarck unificaba a los principados alemanes en una única
entidad nacional, obedecía al monarca del momento y gobernaba autoritariamente.
Sin embargo, escuchando las propuestas socialistas de Lasalle, se adueñaba de
buena parte de ellas; creó entonces una de las legislaciones obreras más
avanzadas de su época. Así, la derecha prusiana, dirigiendo el país con un
ejército poderoso y eficiente, reivindicando derechos de la clase media y el
proletariado transformó las moronas germánicas dispersas y desordenadas en un
poderoso país que se convirtió en el árbitro de toda Europa y en la futura
fuente de la I y la II Guerras Mundiales.
El peligro
para la llamada ‘izquierda’ colombiana es este mismo: ¡El que actuando con
torpeza y dogmatismo premoderno se deje arrancar las banderas de la nueva
sociedad!
Hay que
hacer Realpolitik, practicar el arte de ver lo bueno en lo bueno y rechazar lo
malo por ello mismo. De lo contrario más pronto que tarde los nuevos líderes y
las ideas progresistas y de avanzada perecerán en la hoguera del ‘bismarckismo’
nacional.
NOTA: Unos periodistas deportivos,
preguntados sobre su experiencia en el Mundial de Fútbol de Rusia destacaban
que lo que más los impresionó fue la sensación
de seguridad. Uno de ellos en estos treinta días de mundial dijo haber sido
requisado más de 200, óigase bien, 200 veces. Traigo esto a colación porque si
queremos recuperar la seguridad ciudadana que anda perdida en el bosque de la
indolencia, tendremos que soportar “doscientas requisas por mes”, esto es, una
permanente presencia de las autoridades militares y policiales acompañadas de una justicia
transparente y pronta para poder salir del espiral de la violencia y el robo.
MAURICIO
JARAMILLO LONDOÑO JULIO
2018
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