¿UN FISCAL INMORAL?
EL FISCAL: ¿CENSOR
INMORAL?
Ley y ética pueden ir juntas o no. Hay conductas inmorales
que no son delitos: ¡llevar a la cama a una joven de más de 16 años a cambio de
dinero!; a nadie castigan por eso. Si la muchacha tiene 16 años menos un día el
pervertido podría pagar una pena de muchos años de cárcel. Ejemplos de
inmoralidad que no es punible existen a montón: usura, engaño, trampa, irrespeto,
esclavismo sexual en el Islam, violencia del Estado contra sus opositores, etc.
Yo creo que pagar un salario de hambre es inmoral, antiético
pero es legal pues las normas de la sociedad lo permiten.
Dicho lo anterior no solo hay que ser honrado sino parecerlo,
y muchísimo más cuando de un Fiscal General de la Nación se trata: él tiene que
representar en su persona, sus actos, sus palabras y su comportamiento la Ética,
la Moralidad y por supuesto, ya que está encargado de perseguir el delito y
acusar al delincuente, figurar ante los ojos de sus connacionales como el más
ecuánime, recto y justo de los hombres.
Hoy, nuestro inquisidor, nuestro máximo juez, está envuelto
en una trama novelesca: correspondencia oculta, audios desconocidos que brotan
de las rendijas como aleteos de murciélagos, asesorías unas veces personales y
otras jurídicas, persecución, seguimientos, envenenamientos, enemistades
súbitas, trampas, conspiraciones, sospechas, explicaciones, debates, engaños.
Este espectáculo en que tres avezados parlamentarios de
oposición acusan de lo divino y lo humano al Fiscal de Colombia, y el
inteligentísimo abogado Néstor Humberto Martínez (NHM) arropado en su cargo de
Juez Máximo, se defiende con uñas y garras transformándose de acusado en
acusador, de inmoral a defensor máximo de la ética; este ‘circo’ que
presenciamos los compatriotas en el Senado de la República donde afloran toda
clase de documentos, filmaciones, cuadros, audios, cartas probando lo uno o lo
otro, deliberadamente o nó ha transformado a nuestro Fiscal General en un
sujeto de sospechas, dudas y explicaciones no pedidas.
¿Por qué este abogado en ejercicio, aún no Fiscal, llegó a un
acuerdo con el putrefacto Odebrecht en 2015, y no se ‘pilló’ ―extrañísimo en su brillante ejercicio
profesional― que tras el
fraude de la multinacional brasileña se escondía un delito continuado contra la
nación?
¿Por qué su ‘íntimo y queridísimo’
amigo se vio obligado a grabar ―desde 2015 hasta 2018― las diversas conversaciones con NHM,
a propósito del contrato con Odebrecht si le tenía tan grande confianza?
¿Por qué de la noche a la mañana su ‘íntimo y queridísimo’
amigo, hoy en la tumba, se transformó en su malqueriente?
¿Por qué una vez se suceden dos muertes, una de ellas por
envenenamiento, ahí sí NHM pide a las Cortes que nombren un Fiscal Ad-Hoc para
investigar a Odebrecht y sus innumerables delitos y corruptelas?
¿Por qué tiene que dar tantas, tantísimas explicaciones sobre
su conducta si es “transparente y prístina” como la que más?
Reconozco que este Fiscal, a diferencia del anterior ―canario maldito―, ha destapado centenares de
corruptelas, ha perseguido a protegidos, secuestradores y ladrones, ha
conducido a la Fiscalía por el sendero de la batalla frontal contra la ilegalidad
que ronda en covachas y techumbres.
Pero le perdí la confianza, me quedan dudas serias sobre su
desempeño; lo veo tan vivaz, tan sagaz, tan retrechero, tan habilidoso que me
provoca desconfianza.
¡No sólo hay que serlo sino parecerlo!
¡Le toca retirarse!
MAURICIO JARAMILLO LONDOÑO NOV. 2018
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