SAN FRANCISCO
SAN
FRANCISCO DE ASÍS, 1925, Gilbert K. Chesterton (1874―1936),
Ensayo biográfico.
Chesterton se convierte al catolicismo en 1922 emigrando de un
anglicanismo viejo que heredaron sus padres de la Inglaterra victoriana e
isabelina, y abjurando de la condenación implacable del impuro y del predestinamiento
de justos y pecadores. El escritor, inteligentísimo por cierto, decide pasarse
a las toldas de los santos, la virgen y los papas, a la Iglesia Universal (griego
καθολικός), a la que está más abierta al mundo y es de más amplio
reconocimiento entre la cristiandad.
Por esos fenómenos de la condición humana individualista, sectaria
y caníbal, este cristianismo cuyo fundamento es la figura del Cristo, del
crucificado, del mártir del Calvario, del hijo del dios bíblico, del mismo de
Abraham, del judaísmo y porqué no del islam, estos hijos de los evangelios
decidieron pecar, dividirse y desamarse los unos a los otros. De allí la
innumerable cantidad de sectas y escisiones doctrinales de estos descendientes
de una religión casi monoteísta. (Hay que recordar que ellos tienen tres seres
superiores, Dios es un ser único que existe como tres personas distintas o
hipóstasis: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, teoría irrefutable por lo
absurda, e inalcanzable para seres tan inferiores como los hombres.)
Pues bien, Chesterton se convierte y escribe un texto de una
hermosura y una brillantez increíble: ¡San Francisco de Asís!
Para mí, hijo de Gaia y persona que respeta todas las creencias
pero no cree sino en la Vida y La Tierra, San Francisco es la figura máxima del
cristianismo por diversas razones:
·
Cumple a cabalidad el mensaje de su mentor:
desprendimiento, amor a todo, a todos y entrega total a su fe.
·
Sufre la felicidad de la pobreza.
·
Quiere a la Naturaleza como obra de su Dios y
por ello respeta su entorno y protege bestias, flores y pájaros.
·
Se entrega a su pasión religiosa con la
totalidad de su persona, sin dudas ni dolores.
·
Es un líder de lo bueno, de lo dulce, de lo
delicado, de lo que une.
·
Anuncia con su entrega y su mensaje el nuevo
amanecer de la especie humana que venía de las tinieblas y la esclavitud física
y mental: ¡con él se avisa el Renacimiento!
·
No persigue pompas ni reconocimientos sino que
sigan el mensaje de la harmonía y el amor entre los hombres.
El texto de Chesterton es magnífico pero a
veces prosopopéyico, muy de batalla, muy de discurso parlamentario, muy
polemístico, muy Chesterton.
Frases del libro:
·
… se anticipó a su época: el amor a la
Naturaleza a los animales, el sentido de la compasión social y el de los
peligros espirituales de la prosperidad y aún de la propiedad misma.
·
Se requeriría un santo para escribir la vida de
un santo.
·
Un enamorado de Dios y un enamorado de los
hombres, casi lo contrario de un filántropo de quien puede decirse que ama a
los antropoides.
·
… todavía hace pocos años que nuestros
políticos iniciaron su intento de gobernar mediante el robo y asesinato,…
·
En cuanto el sexo cesa de ser un siervo se
convierte en un tirano.
·
Este santo debería representarse como los
ángeles: con pies alados, y aún con plumas…
·
San Francisco dijo: «Bienaventurado
quien nada espera, porque de todo gozará.»
·
El santo devoraba el ayuno como un hombre el
alimento.
·
Enseñó al mundo una gran parte de sus lecciones
mediante una especie de divino alfabeto silencioso.
·
El obispo de Asís se horrorizó ante la áspera
vida que llevaban los frailes franciscanos. San Francisco díjole: «Si
poseyéramos bienes nos serían indispensables armas y leyes para defenderlos.»
·
… los frailes no debían convertirse en hombres
corrientes: ‘que la sal no debía perder su sabor propio ni al mezclarse con el
alimento cotidiano de la humana naturaleza.’
·
Debía ser obediente, pero no dependiente.
·
Hay que
creer ‘que unos amores celestiales puedan ser tan reales como unos amores
terrenos.’
·
San Francisco y Santa Clara: ellos admitieron
siempre como cosa absoluta que existe una directa relación con Dios, más
gloriosa que cualquier romanticismo.
MAURICIO
JARAMILLO LONDOÑO NOV. 2018
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