¡BECADO! ¡GUISO!
¡BECADO!
¡GUISO! “MARGINAL, ¿POR
QUÉ NO VOLVÉS A TU FAVELA?”
Con su permiso, voy a publicar esta carta suya (la de
Nelson) en mi muro y en mi web y en mi blog y en mi email porque tengo una
rabia inmensa, una furia enorme, un sentimiento de dolor y de protesta
infinito, pues los "gomelitos hijos
de papi" son parte de la desgracia nacional: quieren desigualdad,
enemistad, esclavitud, rencor... Son la peste nacional que el 99% de los
colombianos rechazamos. Siga adelante, haga historia, sea fuerte y sea el
mejor, y deles la lección de la sabiduría, la fraternidad, el aprecio y la
victoria del conocimiento. ¡No se deje derrotar! Y recuerde: ¡Cuando ellos entren
al cementerio, sus huesos serán iguales a los huesos de todos los demás! No
valdrán ropas, ni dinero, ni poder: ¡Todos somos iguales ante la muerte y eso
debe hacernos iguales ante la vida!
Por Nelson T.*
“Si no fuera por esta gentuza, esta mierda no estaría
tan llena”, me gritó al oído un joven al que nunca había visto en mi vida,
mientras yo almorzaba en la cafetería de la universidad. Hace unos días habían
comenzado las clases y les puedo asegurar que no era la primera frase de
rechazo, de odio, que había recibido de mis compañeros y de gente, que como él,
ni siquiera me conocían.
En mi colegio, el Antonio José Camacho, siempre me
destaqué por ser uno de los mejores estudiantes. Conseguir el cupo allá, uno de
los mejores colegios públicos de la ciudad, es algo de lo que siempre ha estado
orgullosa mi mamá. Ella, una madre soltera, nos ha sacado adelante a mí y a mis
dos hermanitos que todavía están en el colegio, trabajando como empleada de
servicio de una familia que vive en Cristales. Como ustedes se imaginarán,
nunca hubo para lujos en mi casa, pero ella siempre me ha inculcado la
importancia de estudiar para ‘salir adelante’, con ese trabajo de ella, tan
duro, logró comprar nuestra casa en Terrón Colorado y, eso sí, nunca ha dejado
que ni yo ni mis hermanos pasemos un día de hambre.
La alegría que le dio cuando le conté que me había
ganado uno de los cupos del programa Ser Pilo Paga para la universidad fue
enorme, se puso a saltar y a llorar de la emoción. Yo sabía que con mi Icfes
podía entrar a la carrera que quisiera en Univalle, pero con el subsidio y los
beneficios que ofrecía la universidad, siempre pensé que la mejor opción era la
Javeriana, y efectivamente, elegí esa universidad. Decisión que me ha costado
muchas lágrimas, y de la que me he arrepentido todos los días desde hace un
año.
Escogí Ingeniería Industrial, porque siempre me
gustaron los números y por la salida laboral que tiene la carrera. Mi mamá
estaba tan contenta que pidió un préstamo en el Banco de la Mujer, pero cuando
los señores de la casa donde ella trabaja, que son muy buenas personas, se
enteraron de la beca, me regalaron un millón de pesos para que comprara ropa,
maletín y los cuadernos. Les juro que ese día que me dieron esa plata, y luego
cuando me fui al centro a comprar las cosas, ha sido uno de los mejores de mi
vida. Tenía una ilusión enorme de entrar a una universidad tan buena, con tanto
prestigio, veía que mi futuro iba a ser mucho mejor, que iba a lograr ser un
ingeniero y, sobre todo, ayudar a mi mamá.
Por desgracia, todo comenzó a desmoronarse desde el
primer día que entré a la universidad.
LAS BURLAS Y EL
DESPRECIO
Todavía recuerdo el día de la inducción, una psicóloga
nos puso en ‘mesa redonda’ a todos los primíparos de la carrera y nos pidió que
nos presentáramos.
– Soy Juan Felipe y vengo del Pío XII – comenzó uno de
los muchachos.
– María Camila del Stella Maris.
– Sebastián de La Cordaire.
Fue mi turno.
– Nelson, del Antonio José Camacho.
No había terminado de decir el nombre de mi colegio
cuando se escuchó un grito burlón.
– ¡Becado! – todos se rieron
Y cuando la psicóloga los comenzaba a reprender, otro
remató con:
– ¡Guiso! – y las risas se volvieron carcajadas.
Desde ese momento dejé de llamarme Nelson, en adelante
algunos, los más patanes, cuando me ven me dicen ‘El Beca’, pero la mayoría
simplemente me ignora, como si no existiera. Por desgracia en mi semestre
solamente éramos dos becados, la otra, una niña de Buenaventura, que era la
única con la que yo mantenía y con quien hice todos los trabajos el primer
semestre, no aguantó más y un día me dijo:
– Yo a estos gomelos no me los aguanto más, ya me
inscribí a la Valle.
A estas alturas ya está estudiando allá, supongo que
mucho más feliz que yo.
Ustedes no se imaginan el dolor que sentí el día que
estrené los tenis que me había comprado con la plata de los patrones de mi
mamá, apenas me vieron mis ‘compañeros’ comenzaron a reírse, a decir que eran
los ‘7 cámaras’ a preguntarme qué dónde me había robado eso tan feo… mejor
dicho a tratarme de delincuente y, como siempre, a llamarme ‘guiso’.
No tengo amigos en la universidad, es todo lo opuesto
a lo que imaginé, a ese lugar de alegría, de amigos, de paseos. Con sinceridad
les digo que solo me dan ganas de llorar cuando los viernes los oigo planeando
a qué casa se van a ir a tomar, a dónde van a salir a rumbear, a qué finca se
van a ir de paseo, y a mí ni siquiera me determinan, como si tuviera una
enfermedad contagiosa.
LA DEPRESIÓN
Cuando le dije a mi mamá que no quería volver a la
universidad se puso a llorar desconsolada, a aconsejarme, a decirme que no
podía tirar la toalla por una gente estúpida, que no podía perder los
beneficios de la beca. Y si soy honesto, sigo estudiando allá, viviendo ese
desprecio diario de esa gente, solamente por no ver sufrir a mi mamá.
Por fortuna, y como ya les dije, los patrones de mi
mamá son gente muy humana, a diferencia de mis compañeros, a pesar de tener
mucho dinero. Una vez vieron llorando a mi mamá por mi situación y porque le
había dicho que no iba a volver a la universidad, y que me iba poner a
trabajar, y me mandaron a llamar, hablaron conmigo, me aconsejaron y me pagaron
unas consultas con un psicólogo.
El psicólogo me diagnosticó que yo tenía un cuadro de
depresión leve, y claro cómo no, casi todos los días llegaba de la universidad
a llorar en mi pieza. Pero él me ha venido ayudando con consejos para manejar
mi ansiedad, aislarme de las situaciones de bullying. Bueno, no es una solución
definitiva pero me ha ayudado muchísimo y ahora no lloro tanto, incluso desde
hace unos días comencé a ‘parcharme’ con unos becados de otra carrera, que
vienen de Santa Librada, y pues ya juntos y con amigos la cosa es más
llevadera.
Claro, de todas maneras cuando pasa alguien por tu
lado y te dice “Marginal, ¿por qué no volvés a tu favela?”, se me hace un nudo
en la garganta, siento como un puño en el estómago. Solo le pido a Dios
paciencia, aguante y que impida que un día haga una locura y termine peleando
con alguien.
* El nombre y la carrera fueron cambiados para
proteger la identidad de “Nelson”. Estudia en Cali, Valle del Cauca, y ganó su
ingreso a la universidad gracias a su inteligencia, juicio y calidad académica.
La redacción es de Nelson, el párrafo inicial es mío.
MAURICIO
JARAMILLO LONDOÑO Julio del 2106
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