NUESTROS MUERTOS Y NUESTRAS VERDADES.
“Voy a escribir algo sobre nuestros, óigase bien, nuestros
muertos, los que hemos venido matando en nombre de partidos, de ideologías, de
negocios, de tierras, de todo... ¡Qué bárbaros hemos sido!, todos, por acción,
por omisión, por miedo o por oportunismo. Por supuesto, tengo firmes esperanzas
en que restañaremos nuestra sangre, nuestras heridas, nuestras pérdidas y
volveremos a ser hermanos de patria, de vecindario y del planeta”.
***
¿Qué diferencia hay entre la muerte de un ciudadano por
efectos de una enfermedad o simplemente por vejez ―como me podría ocurrir a mí relativamente
pronto dada mi edad―, a la muerte de un traficante de drogas, un guardabosques,
una cooperativista, un maestro, un policía, un soldado, un político ―de
izquierda, centro o derecha―, una líder social, un indígena nasa, un labriego
coquero, un amigo, un hermano, un hijo, los padres? ¡¿Qué diferencia hay?!
¡Los invito a pensar en ello!
***
Hay un alarido nacional ante las muertes selectivas, aquellas
que ocurren por venganza; las que ejecutan los milicos, los guerrillos, los
paras, los narcos, los latifundistas; los crímenes de quienes llevan siglos
heredando la matanza en nombre del poder del Inca; o los asesinatos que perpetúan la barbarie en nombre de la Inquisición
y las sacrosantas instituciones estatales; los asesinatos que ‘educan’ a
las nuevas generaciones en el derecho a oprimir al débil y eliminar al oponente
cueste lo que cueste; las brutalidades de los que creen en el poder omnímodo
del dios dinero, de la riqueza fácil, de salir del barro hasta encumbrarse sin
importar cadáveres, tiroteos, homicidios.
Estas fuerzas, las de los matarifes de todos los pelambres
son las que están asolando la geografía nacional. ¡No hay un solo artífice del
crimen, son varios, son distintos, satisfacen pulsiones diversas! O por poder,
o por tierra, o por dinero, o por desquite, matan a quien sea.
Y ello obedece a una mancha casi indeleble de nuestro ser social
que de manera inexplicable se asentó en nuestra geografía desde hace decenas de
años. Bien por nuestros orígenes caníbales, bien por nuestra sangre mora, por
la castellana o la vasca, la visigoda o la romana; bien por las instituciones
opresoras que creamos santificando la esclavitud, la segregación racial, la
discriminación entre humildes y acomodados, entre criollos e indios, entre
campesinos y citadinos; por lo que sea, nos convertimos en una nación
sanguinaria y mafiosa, pringada de violencia, envenenada de muerte.
Prueba de ello, la llamada “Violencia” liberal-conservadora
que arrasó por décadas a Colombia entera tras una bandera roja o un gallardete
azul; testimonio palpable también la entronización del “Narcotráfico”
―marihuana, cocaína, amapola― que enrareció todas las costumbres sociales,
pudrió las instituciones y derrumbó los valores y la ética.
Sangre y mafia; venganza y poder; muerte y riqueza; he aquí
el origen de nuestros males.
***
Planteado así ¿dónde está la culpa y dónde la
responsabilidad? Son el uribismo, el petrismo, la derecha, la izquierda, el
Acuerdo de Paz, las Farc, el ELN, los militares corruptos, los narcos, los
políticos tradicionales, los comunistas, Cuba, Venezuela, el Foro de Sao Paulo,
los periodistas, el imperialismo... ¡Escojan, escojan!
La derecha hirsuta pugna por la solución guerrerista lo
mismo que la izquierda guerrillera. El resto del espectro político busca
cambios por medios electorales, o valiéndose de las llamadas movilizaciones
populares.
Aquel que crea que la solución es el grito, la bala, el
motín, el crimen, la acusación mentirosa, el llamado a la anarquía y el terror,
está apagando el fuego con gasolina; quien siga el camino de la riqueza
mafiosa, la corrupción y la trampa está edificando su propio hogar con la
maldad y el dolor.
¿A violencia, violencia; a trampa, engaño? ¿Así saldremos
adelante como personas, como ciudadanos, como compatriotas, como humanos?
***
Voy a explicarme con algunos ejemplos concretos de nuestra
realidad:
1° En Boyacá:
Conversábamos mi esposa y yo con
una señora del servicio doméstico en la casa de unos amigos. Le preguntamos
dónde había nacido y nos respondió que en el Oriente de Boyacá. Y usted por qué
emigró de allí; por la violencia, pues la guerrilla mató a mis dos tíos y a un
hermano; y sus hermanos dónde están; aquí en Bogotá esperando que se haga el
Acuerdo de Paz, y cuando eso ocurra, ellos van a matar a quienes mataron a mi
familia sin que nuestra madre se entere. ¡Venganza!
2° Retaliación:
En nuestra finca hablábamos con
una pariente muy vinculada a procesos de reinserción a la vida civil de
guerrilleros y paramilitares. Nos contaba que de cerca de trescientos
reinsertados de un movimiento subversivo, pasados diez años habían muerto
asesinados el setenta y cinco por ciento. ¡Venganza!
3° Sobre Dabeiba (municipio de Antioquia agobiado por años
de violencia) tengo dos versiones:
Una es la de que los cadáveres
hallados en ese cementerio por la JEP (Justicia Especial para la Paz) son todos
“falsos positivos”, esto es ajusticiamientos fuera de combate cometidos por el
Ejército regular; y el ocultamiento de semejante crimen con entierros como NN
de decenas de ciudadanos inermes.
La otra versión es que el 18 de
octubre del año 2000 más de 1.000 guerrilleros de las FARC, pertenecientes al
Bloque "José María Córdova" y los Frente 5, 18, 34, 57 y 58 atacaron
al comando de la Policía del pueblo con cilindros bomba desde los cerros, en
respuesta al Plan Colombia, firmado dos meses antes entre el presidente Andrés
Pastrana y su homólogo Bill Clinton. En la madrugada del 19 de octubre llegó el
apoyo del Ejército Nacional. La batalla duró tres días muriendo decenas de
soldados y policías lo mismo que muchos guerrilleros. Los enterraron en ese
cementerio.
¿Quién dice la verdad?
4° Fuimos a comprar un negocio en un centro comercial hace
varios años:
El dueño resultó ser un costeño
de Córdoba. Ante mi pregunta sobre su familia y sus posibles vínculos con
fuerzas irregulares, él me contestó así: señor, si uno tiene una tierra allí, ante
la ausencia del Estado, existen tres alternativas para seguir vivo: a) Irse del
territorio y perder el bien; b) colaborar con la guerrilla para poder
permanecer ahí; c) cooperar con los paras y lograr salvar su tierra. ¡Escoja
usted! ¡Quedé mudo!
Creo haber desnudado la realidad patria con estos cuatro
ejemplos, que no son sino cuatro entre miles que han agobiado a los colombianos
durante años de años.
***
¿Cómo se lograría modificar el alma nacional? ¿Qué
instrumentos servirían? Veamos:
·
Aplicar la ley ―si es justa― con todo rigor.
·
Ejercer la autoridad estatal ―si es
incorruptible― con todo rigor.
·
Educación, educación. Seguir educando sin pausa
ni reposo ―si es basado en la ética humanística―.
·
Reconocer en cada conciencia, en cada espíritu
que unos u otros hemos puesto nuestro granito de arena para semejante barbarie,
bien por acción, bien por omisión, bien por complacencia, bien por miedo, por
físico y terrible miedo.
***
Nuestros líderes de barro, líderes políticos que “ven la
paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”, no dejarán de ser escoria si
niegan su pasado, ocultan sus errores, desconocen la historia nacional y se
limitan a gritar: ¡mátenlos, acábenlos, ejecútenlos, destrúyanlos! Así seguiremos
con el Destino descalabrado.
***
Y una última
reflexión: «¿Es acaso el Mal una banalidad, algo intrascendente, algo frívolo y
simplemente pasajero?».
***
Todo lo que digo, todo lo que pienso, es que si la Justicia,
la JUSTICIA, con mayúsculas, se tuerce en favor de unos u otros, deja de ser
tal justicia y se vuelve una perversión arbitraria y putrefacta.
MAURICIO JARAMILLO
LONDOÑO FEBRERO 2020
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