HIJITO MÍO...
ANOCHE ESTUVISTE
CONMIGO.
HIJITO mío, ¿sabes que anoche estuviste en mi puerta? ¿Te
acuerdas?
La Cucha y yo andábamos buscando un local para abrir un
negocio,
No encontrábamos uno adecuado a nuestras necesidades
Hasta que llegamos a una casa de dos o tres pisos,
Entramos y La Cucha hacía observaciones sobre algunos de los
recovecos del local que no le gustaban,
¡No recuerdo bien!...
En esas, subiste las escaleras traseras del sitio, abriste
la puerta y…
―Hola papicho, cómo estás ―sonreías como sabías hacerlo.
Yo te miré… Eras tú, tal y como eras, como aparecías en las
ventanas, en la cocina,
En la finca, en donde tu mamita,
Como cuando te bajabas del carro y nos ofrecías algún
regalito,
Unas almojábanas,
Un quesito Paipa acompañado de bocadillos Veleños,
O propóleos para que se te cure la tos, papicho,
O miel de eucalipto cultivada por abejitas de tierra fría,
O polen, esto es maravilloso, papicho, te mejora la vista,
te da energía.
Te acercaste, me abrazaste, me sonreías como cuando tu
sonrisa acompañaba tu enorme simpatía;
Esa simpatía extraordinaria que te abría todas las almas,
Que llenaba de calidez las habitaciones donde te sentabas,
Que rompía los hielos de la sangre,
Que acercaba tu cordialidad a cualquiera sin importar su
condición
Fuese pobre o rico,
Desteñido o tostado,
Tímido o desinhibido
Cucho o niño.
Me miraste desde el fondo de tu fantasma,
Desde…
Sabes, hijito mío, que he llegado a la burda y manida
conclusión de que el corazón
Esa víscera palpitante que no se cansa de latir
Que a veces acelera su ritmo o baja su cadencia
Esa cosa que tiene forma de pera y es roja purpúrea
Teñida de fluidos y entramada de vasos y arterias
He concluido ―y esto no es una novedad, salvo para mí―,
Que tengo el corazón en trozos,
Llagado
Pedaceado
Maltrecho
Como si lo hubiesen tajado en cuartos, octavos, centésimas,
Como si algo o alguien se hubiese ensañado con mi palpitar
Para herirme,
Para ulcerarlo,
Para vengarse en mí de lo que soy, de lo que fui, de lo que seré,
de lo que he sido,
Para irme hiriendo con un acero al rojo vivo,
Machucando con su quemadura chirriante una a una esas
centésimas de víscera encarnada,
Partida en decenas de pedazos,
Con el único fin de nublarme los ojos,
Tratar de vencer mi ánimo,
Aporrear mi espíritu y…
Doblegarme.
Sabes, hijito mío, que al volver a verte asomado, sonriente,
cálido, dulce,
En el quicio de esa puerta,
Me desperté súbitamente y…
Seguí viéndote,
Feliz de verte, feliz de que estuvieses conmigo,
Que me miraras a los ojos con tu alegría, tu regresar a mí.
Viendo que te me ibas a esfumar
―Pues eras simplemente tu fantasma―,
Sentí de nuevo que se me arrancó uno de los trozos más
grandes,
Uno de los pedazos mayores de lo que purpuréa y late,
De la sístole y diástole de esa extraña víscera que es mi
corazón.
TU PAPICHO, ENERO DEL
2020
Muy lindo el Hera un loquito pero de un corazón muy hermoso
ResponderBorrarMuy lindo el era un loquito pero de un corazón muy hermoso
ResponderBorrar