AQUÍ, SIN USTED DON ARMANDUCHAS…
AQUÍ, SIN USTED
DON ARMANDUCHAS…
Su tumba, un huequito en la tierra bajo una mata siempre
florida,
En la que sus dos hijas depositaron las que se dicen sus
cenizas
(Pues qué revueltas deben ser las cenizas de los crematorios,
Tan revueltas como nuestros genes, por fortuna),
En la que las dos nietas de mi mamá colocaron también
cenizas de ella,
Pusieron dos pares de zapatos para que nadie más usara sus
chanclas,
Armanduchas.
Aquí en su obra de arte…
La que usted tejió durante treinta años al lado de Nancy,
Bajo el techo blanco de su casa que parece una vivienda de
alguna isla griega,
En esta obra de arte cosida puntada tras puntada,
Con sangre del bolsillo,
Con escaso dinero,
Con angustia.
Aquí al lado de sus cucarachas de goma ―oigo sus risotadas
al tirar los animalejos a Claudia―, sus muñequitos sorprendentes, sus
dinosaurios plásticos de múltiples formas, su rana azul de ojos brotados y jeta
enorme, su matrioska con Chávez como figura, las fotos de sus hijas, su formidable
grillo metálico,
Aquí en su obra de arte…
Su hermosa casa construida habitación por habitación,
Ventana tras ventana,
Repleta de detalles y amores
En esta su casa rodeada de tan fenomenal jardín
En la que los Sanjoaquines de Nancy florecen enormes como en
ningún otro lugar
Hiriendo el espacio con amarillos salvajes,
violetas parras ariscos,
naranjas, ocres,
rosados como duraznos maduros,
hibiscos floridos todo el año
Acompañados del verde, verde limón de sus hojas gigantes.
En este jardín que corona la colina en la que su casa está
puesta para que la vista se pierda
En docenas de verdes,
En guaduales y cafetales
En arboledas y plataneras
En aguacates, mandarinos, bananeras
Y lomas coronadas de pequeños pueblitos,
Con un paisaje que es obra del Hombre y de la Tierra,
Con el silencio sereno del campo.
Y las siete palmas erguidas mirando el horizonte
Donde anidan ibis, guacamayas, periquitos, carpinteros,
ciriríes y toda clase de aves.
En esta su obra de arte…
Pequeña finca en la que naranjos, limones, mandarinos,
clementinas,
Guayabos, papayos, guanábanos, mangos, frutadedios, badeas,
Maracuyás, uvos, piñas, yucas, bananos, plátanos
Usted sembró, cuidó, abonó, fumigó, amó
Como aman los campesinos a sus siembros.
En esta su obra de arte…
Que no ha sido sólo edificar, plantar, cosechar sino
Lo más importante,
Amar con esa generosidad y ese placer por dar al otro que chispea
en su alma,
Y que se trasluce puro y limpio en lo que redactó usted, y
copio enseguida:
“Bienvenidos a Providencia―Su finca”
«Ya que usted (es) ha(n)
tenido la amabilidad de venir a PROVIDENCIA, voy a enumerarle(s) una serie de
requisitos para que su estadía sea feliz…
1.
Sepa que desde que usted cruzó la entrada
de esta finca, usted está en su casa.
2.
En cualquier momento puede solicitar lo
que quiera. Si no hay quien lo atienda puede tomar lo que desee, abrir la
nevera y/o los canastos y consumir lo que requiera para usted y los suyos, a
cualquier hora, incluyendo las horas nocturnas ―las mejores―.
3.
Vestimenta. Puede salir hasta empelota.
4.
Si desea tomar trago puede hacerlo a la
hora que quiera y en las cantidades que su cuerpo lo disponga.
5.
Comidas. El almuerzo tratamos de que sea
en conjunto para las charlas del día y los cuentos de toda la vida.
La comida en
la noche no es abundante y si se está tomando trago, se prefieren abundantes
picadas. En caso de que usted lo requiera se le hará su comida especial.
6.
Recomendación importante. Los baños son
de uso común, pero los inodoros, por la presión del agua, tienen una palanca en
una de las paredes al lado que debe levantarse para que se llene el inodoro y
después de usarlo y bombear debe cerrarse, si no el agua se sigue saliendo.
En caso de
que se esté bañando y se le acabe el agua, por favor grite que se le volverá a
colocar.
7.
Si desea intercambiar información sobre
cultivos de aguacate, ahuyama, plátano, mandarina y guayaba pera… tenemos
alguna experiencia que ponemos a su disposición.
8.
Pero el descanso y la diversión está en
verdad mas que todo en sus manos.»
Aquí, sin usted Don Armanduchas…
Con ese vacío inconmensurable que es el no poder
Saludarlo,
Reír,
Gozar,
Charlar,
Verlo,
Polemizar,
Sentirlo amar a su Nancy, a sus tres hijos, a su gente.
Aquí, sin usted Don Armanduchas…
Entendiendo que perdí a un amigo, a un hermano, a la
generosidad en pasta,
A la alegría grande y gorda,
Al que da de sí sin pensar en él,
Al último hermano de mi vida.
Aquí, sin usted Don Armanduchas…
¡Qué triste estoy!
MAURICIO JARAMILLO
LONDOÑO ENERO DEL 2020.
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