El cardenal pederasta
LA DOBLE Y ESCALOFRIANTE VIDA DEL EXCARDENAL MCCARRICK… O 'TÍO TED' (Periódico
El Tiempo)… HISTÓRICO: PAPA EXPULSA A UN CARDENAL POR ABUSO SEXUAL.
Sotana roja, negra o blanca, faja
roja, capelo cardenalicio, birreta roja, solideo, muceta, mitra, anillo, báculo,
roquete; haciéndose llamar ‘eminencia’
con su ‘falda’ característica el Cardenal McCarrick se dedicó durante su largo
‘ministerio’ a dar misa en la preciosa Catedral de San Mateo el Apóstol, sede
de la Arquidiócesis de Washington, celebrar comuniones, matrimonios y bautismos
y violar tal cual niño, cometer abusos pederásticos y vivir adocenado en un
palacete rodeado de servidores domésticos, choferes y pajes al estilo Edad
Media italiana.
Ayer fue expulsado por el Papa
Francisco de la condición de sacerdote católico. ¡Bien hecho!
Pero el asunto nos debe llevar a
pensar qué ocurre en la Iglesia Católica repleta de escándalos homosexuales, y en
las diversas iglesias y confesiones religiosas que como la Protestante, la
Musulmana, la Hindú, la Budista padecen también del mismo mal; mal que en
estricto sentido no lo es pues ser homosexual no significa maldad, ni
enfermedad, ni deformidad sino una condición sexual diferente a la de muchos
seres.
Lo perverso no es ser homosexual,
sino esconder su condición tras las faldas eclesiásticas, engañar niños y
jóvenes y ejercer autoridad moral para acceder carnalmente a sus subordinados.
Lo correcto es que el homosexual ejecute sus derechos biológicos entre pares
sin bellaquerías ni malignidades. Esto vale para cualquier comunidad religiosa
del planeta.
Pero en concreto habría que
proponerle a la Iglesia Católica ―que
es la más cercana a nosotros los americanos― algunas medidas para superar esta pandemia, esta enfermedad que
está socavando la autoridad moral de sus eclesiásticos:
v
No vestir más con falda en el caso de los
hombres.
v
Expulsar del magisterio sacerdotal a todos los
pederastas.
v
Abolir toda clase de vestimentas y símbolos estrambóticos
y extravagantes que presentan al canónigo como un ser ajeno a la realidad de
nuestros tiempos.
v
Permitir el matrimonio de los sacerdotes.
v
Consentir a las monjas el ejercicio eclesiástico
pleno.
v
Quien desee ser célibe que lo practique pero que
no sea condición clerical.
v
En colegios, seminarios y academias religiosas
iniciar cada período escolar con una clara manifestación de rechazo a la
pederastia y el ocultamiento de la condición sexual.
v
En las misas realizar una campaña agresiva y
permanente que explique sin rodeos que éste mal uso de la autoridad para
dominar y violentar la sexualidad de menores y jóvenes debe ser denunciado y
erradicado categóricamente.
v
Explicar que el sexo es parte esencial de
nuestro ser y es el instrumento placentero de la reproducción y perpetuación de
nuestra especie.
Y por lo demás proponer a los
clérigos y eclesiásticos superiores volver sobre las huellas del verdadero
cristianismo enseñado por su fundador basado en el amor, la humildad y el
desprendimiento de todo lo material como profesaron contundentemente San
Francisco y la Madre Teresa.
MAURICIO JARAMILLO
LONDOÑO FEB 2018
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