EL SECUESTRADO MÁS VIEJO DEL MUNDO


ANTE EL SECUESTRADO MÁS VIEJO DEL MUNDO.
Querido Don Roberto Silva:
Supe que usted estaba libre, reunido con su familia, luego de un largo, abominable, espantoso secuestro de más de dos meses. Supe que a usted lo maltrataron, lo insultaron, lo golpearon, lo hicieron caminar amarrado, le taparon los ojos y la boca, lo hicieron dormir en el suelo; que a un hombre de 87 años que necesita algunas medicinas esenciales y merece el mayor de los respetos por edad y dignidad, unos negros infames y unos indígenas bestiales se aprovecharon de su indefensión para tratar de aplastar su alma y ofender su espíritu.
Reunir con palabras la ignominia del secuestro, de su secuestro, es dificilísimo, pero hoy que está bajo el ala protectora de su familia que lo adora y lo admira, usted debe saber que todo Colombia, todo el Cauca, innumerables ciudadanos del territorio suyo sintieron sus padecimientos como propios, su desaparición como la peor de las tinieblas, su ausencia como la ausencia de una persona querida por todos. Todos sentíamos un huraco en nuestro cuerpo, una tristeza inconmensurable, un dolor indescriptible. Pero por supuesto lo que sentíamos era poca cosa frente a lo que usted tuvo que padecer en manos de criminales tan sórdidos e inhumanos.
Hoy que usted anda en Cali con los suyos, le envío mis condolencias por el fallecimiento de la última de sus hermanas quien falleció el mismo día que usted salió del infame secuestro. Su hermana descansó de tan horrible enfermedad y usted, con la tristeza que produce la ausencia eterna de un ser querido, reposó también de la tortura diaria a que lo sometieron esos semihombres hijos del mal.
Usted ha de saber que estamos felices, inmensamente felices por su liberación. Ha de saber que su vida es un ejemplo para todos nosotros porque usted representa muchas cosas: el esfuerzo titánico de quien salió de la pobreza mediante el trabajo y la costumbre de madrugar todos los días, la tenacidad de no dejar un solo momento de buscar el centavo, la perseverancia en encontrar amigos y clientes para sus negocios, el tesón de no desanimarse ante las adversidades ―¡qué son muchas!, la constancia ante una sociedad que discrimina por razones de raza, creencias, condición cultural y género.
Retornado al mundo de los vivos, al pie de sus hijos y familiares, le ruego como amigo, le pido como hermano de su yerno Armando, como quien ha tenido el gusto de conocer a su maravillosa hija Nancy, que se dedique a cosas sustanciales y maravillosas: ¡sus hijos, su nietos, su propia vida! Cuidar su vida es cuidar un tesoro invaluable pues en su historia personal reposan miles de sucesos, decenas de acontecimientos, centenares de testimonios valiosísimos para nosotros los que lo conocemos y apreciamos. Llegó la hora de descansar, de reposar en compañía de los suyos. Hacer lo contrario es un suicidio que dolería a todos, una muerte en vida.
Su amigo y admirador: Mauricio.

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