EL PODER NACE DEL FUSIL
EL PODER NACE DEL
FUSIL, recordaba mi entrañable amigo Chucho Alarcón, conversando en nuestra
finca. Cierto, muy cierto, Mao Tse Tung no se equivocaba. He aquí el almendrón
del asunto: ¿Quién detenta las armas?, ¿Quién manda?, ¿Quién impone su propia
voluntad por la fuerza del fusil?
Porque al fin y al cabo
de esto se trata: Maduro en Venezuela, aunque se derrumbe la nación, el hambre
ronde, la salud sea privilegio de la nomenklatura y la constitución de Chávez se
despedace; Kim Jong-Un cambie el cultivo del arroz por la construcción de
infinidad de misiles; Trump edifique muros, destruya relaciones, insulte
periodistas, ataque inmigrantes, actúe como un megalómano siniestro; aunque
Robert Mugabe en Zimbabue desde 1987 (30 años en el poder), malgobierne,
reprima, robe, tiranice; aunque el Estado Islámico, el gobierno sirio, o el de
Arabia Saudita, o el de Irán, o el cubano, o el PRI mexicano, o el chino,
cometan atrocidades, dictaduras, violación de los derechos, aprisionen,
victimicen, aplasten a la mujer y persigan inclementemente al disidente, el
Poder Nace del Fusil, y es con el Fusil que se impone la maldad o la libertad,
la felicidad o la desgracia, la igualdad o la injusticia.
Esta ha sido hasta
ahora la siniestra y dolorosa Historia de la humanidad.
Bajando de las nubes a
mi patria, Colombia, aquí sí que es verdad esta verdad.
La única forma de
civilizar nuestra sociedad es la del monopolio de las armas en manos del
Estado. Los guerrilleros del M19, fracciones del ELN, las Autodefensas bajo el
gobierno de Uribe y ahora las Farc dejaron, entregaron, abandonaron las armas,
renunciando, bien por derrota, bien por sin salida, al Fusil. Al hacerlo les
queda sólo un arma: la palabra que es poderosa, contundente, maravillosa pero
que sin el Fusil vale poco, cuando de imponer un modelo social se trata.
Sin embargo, y he ahí
también el problema: ¿Qué Estado nos dirige, qué burocracia nos gobierna, que
instituciones nos orientan, hacia dónde vamos, qué país queremos, cuál nos
imponen y cuál deseamos conseguir?
Por supuesto que lo que
buscamos el 99.99% de las personas es que, Utopía de las utopías, no
necesitemos del Fusil para seguir viviendo y transformar la sociedad en libre,
igualitaria y feliz. Este sueño ―tan ‘nadaista’ como las 310 páginas del
Acuerdo de Paz de La Habana―, esta quimera es nuestra idea del Bien Universal.
¡Ojalá, en alguna próxima centuria, lo logremos!
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